



Altamura surge del cruce entre lo ancestral y lo celeste, donde un eco de humanidad se funde con el pulso incesante del universo. Esta fragancia traduce lo intangible: una energía en movimiento, una vibración que despierta nuestra conexión con lo desconocido. Es una estela silenciosa, un polvo de estrellas flotando en el aire.
Desde las primeras notas, un acorde radiante y envolvente se despliega con la calidez de frutas secas, la dulzura de la naranja y el toque especiado de la pimienta rosa. El corazón revela un contraste más profundo con notas de piña madura, incienso y un sorbo de ron, que se deslizan hacia una base resinosa y densa, donde el bálsamo de abeto, el pino y la madera se funden en una materia olfativa rica, vibrante, casi sideral.
Sus creaciones representan un DESORDEN que tiene SENTIDO, un DESORDEN que cautiva nuestros SENTIDOS más allá de la realidad.
En sus creaciones, el equilibrio no es estático, sino dinámico, evolucionando a través de diferentes etapas: cada fragancia comienza en equilibrio, atraviesa el caos y se estabiliza en una nueva forma de armonía. Este recorrido refleja los procesos naturales de la vida, donde el desorden y el desequilibrio no son anomalías, sino condiciones esenciales para el crecimiento y la evolución.
LA ENTROPÍA COMO FILOSOFÍA
La marca es un homenaje al misterio de la vida, a su evolución, a la belleza de sus transformaciones, su desorden y sus creaciones. Es un concepto potente, una filosofía profunda sobre la vida, sobre la evolución humana y sobre la visión holográfica del autor.
Este enfoque, oscilando constantemente entre el orden y el desorden, es a la vez provocador y fascinante. Invita a una danza constante de deconstrucción y reconstrucción, dejando a quienes se sumergen en sus múltiples capas completamente hechizados y cautivados por su complejidad y su encanto.
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